ANIMALES Y NIÑOS.

 Para mí... Es necesario para el conocimiento del mundo de los niños/as que aprendan todo acerca de los seres vivos. Éstos pueden ser un componente fundamental para la mejora del/la niño/a en su aspecto físico, cognitivo y emocional. El aprendizaje científico y natural es un estado que se genera desde la curiosidad que tienen por conocer, observar, analizar y comprender el mundo que les rodea. Diariamente, los/as niños/as se relacionan con su entorno, buscando explicaciones, explorando y descubriendo, manipulando, experimentados; forjándose su desarrollo.  Debe de producirse un feedback niño-animal, es decir, que los niños aprendan todo acerca de los animales y que estos sepan actuar cuando se encuentren con algunos de ellos a lo largo de su vida. Se ha comprobado científicamente que desde pequeñitos los bebés establecen un vínculo especial y único con los animales o con sus mascotas en particular: Expresan afecto y cariño hacia ellos, tratan de comprenderlos y son los primeros que les ofrecen respeto, cuidado y atención; repercutiendo a su vez en la sensibilidad y tolerancia del niño. Esta relación niño-animal les enseña que no son necesarias las palabras para establecer una comunicación sincera y sana, les enseñan a desarrollar los aspectos de la comunicación y de la intuición. Bajo mi punto de vista es esencial que los niños establezcan algún tipo de relación con los animales, me parece que es fundamental para su desarrollo. 

Incluso se puede decir que los animales son terapéuticos; perros, caballos... han ayudado a personas con discapacidades o socialmente aisladas a desarrollar su comunicación. 


En definitiva, los animales son uno de los elementos del entorno natural más significativos para el/la niño/a, sirviéndoles como elemento de juego, observación y experiencia. Tratando los animales en las aulas de educación infantil, se estará intentando que aprendan a interpretar a los animales como seres vivos dignos de respeto, que tienen unos derechos y unas necesidades, dándoles unas breves nociones ecológicas, para evitar que su interpretación del animal sea únicamente en función de la utilización que del mismo hace el ser humano. Es fundamental que los niños sepan todo acerca de los animales: Las clasificaciones que hay, qué alimentos come cada uno, en qué hábitat podemos encontrarlos, cómo es su evolución y su reproducción, etc. 

El imperativo educar a los niños en la empatía, la bondad y la amabilidad, y el cuidado de un animal puede ayudar a que niño crezca en el amor y respeto a los animales, a la naturaleza y por supuesto a las personas. La capacidad hacerse cargo, de ser una persona responsable, capaz de recibir y dar amor son valores cuya práctica beneficia a todos los seres vivos.

Cuando un niño aprende a amar a los animales está aprendiendo el arte de la compasión y desarrollando las habilidades emocionales necesarias para empatizar con otros seres vivos. La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar del otro, de entenderle y llegar a saber cómo se siente e incluso saber lo que puede estar pensando. Es una capacidad por lo tanto fundamental para relacionarnos con los demás. La empatía además es esencial para ser personas queridas. Si el otro siente que es comprendido y que no es juzgado, confiará en esa persona y se sentirá a gusto en su compañía. 

Los niños parecen gravitar naturalmente en torno a los animales, pero amarlos y cuidarlos adecuadamente son habilidades que deben ser aprendidas, más que innatas. Cuando fomentas en tu hijo el amor a los animales le estás enseñando la importancia de velar por aquellos que tienen problemas para ayudarse a sí mismo y la necesidad de ser paciente, gentil y afectuoso. Los niños son educados para preocuparse por los animales o tratarlos con respecto los fundamentos de la interacción social, y entienden que no está bien ser un matón o aprovecharse de los más fácil. 

Los animales no poseen la habilidad de hablar pero esto no los hace menos merecedores de nuestro cuidado y respeto. Algunos niños ven a los animales como criaturas más pequeñas y débiles que ellos. Aquellos que tienen la habilidad de empatizar con otros, incluyendo los animales, son más propensos a convertirse en adultos bondadosos y considerados. 





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